En estos primeros años de cohabitación de los vehículos de combustión con los híbridos y eléctricos y con el objetivo de comenzar a revertir lo antes posible el daño en forma de contaminación de los coches en el medioambiente, desde la DGT se estableció una clasificación para los vehículos. Esta clasificación obedecía al nivel de emisiones de cada vehículo, con el objetivo de limitar la circulación de los mismos por las áreas más céntricas de las ciudades.
Para 2020, la Unión Europea cuenta con que las marcas hayan limitado las emisiones de sus modelos a 95 gr/km de CO2. En España, estas etiquetas que catalogan a los vehículos según su “impacto medioambiental”, van desde la C hasta la etiqueta Cero. Pero esta clasificación tiene sus “lagunas” y desde la propia DGT han anunciado que van a revisarla.
“Lagunas” en la catalogación de la DGT
Al parecer algunas marcas adaptan modelos de su gama para conseguir las codiciadas etiquetas Cero o Eco, que claramente, al permitir una mayor circulación del vehículo en la ciudad, multiplica el atractivo de cara al posible comprador.
Te puede interesar: Calculadora de consumos
Lo que parece muy claro es, que si la DGT realizara un etiquetado notablemente más preciso, como por ejemplo el que se hace en Francia, no existirían problemas. Estas imprecisiones residen en que los híbridos, en ciertos modelos, al contar con ambas tecnologías puede utilizar menos la energía limpia de lo debido, y a su vez, gozar del distintivo Cero o ECO.
Está el caso de los híbridos enchufables, que pueden funcionar totalmente con energía eléctrica y que, a su vez, cuentan con motor de combustión. Estos tienen también sistemas de recuperación de energía cinética que, en parte, recargan sus baterías. Pero estos vehículos tienen su pegatina Cero y pese a ello, pueden obviar la recarga eléctrica sin problemas y funcionar con buen rendimiento.
Los híbridos eléctricos tampoco escapan del posible truco de las pegatinas. Estos vehículos cuentan con una motorización similar al caso de los híbridos enchufables. Pero la diferencia reside en que, en este caso, el vehículo no se enchufa. La energía eléctrica la obtiene partiendo de las frenadas o la propia generación eléctrica del motor. Estos coches realmente no son eficientes ambientalmente en cuanto se sale de la urbe, puesto que su autonomía eléctrica suele ser baja. Dentro de la ciudad sí que rebajan ostensiblemente las emisiones. Pero una combinación de ambas hace que su etiqueta ECO a veces no se entienda.
Los microhíbridos son el último ejemplo de que hay que especificar mejor la clasificación de las famosas pegatinas. Esta clase de vehículos, usan un motor de arranque que, a su vez, hace las veces de generador. Usando el movimiento del cigüeñal en frenada y deceleraciones producen la electricidad. Pero esta energía eléctrica en esta clase de vehículos nunca es capaz de asumir el total del empuje del mismo. El problema está en que, al ser híbridos, por mínima que sea su hibridación, en España ya se le concede la catalogación de ECO.
He aquí varios ejemplos que dejan patente la necesidad de revisión y recatalogación, por parte de la DGT de los vehículos que se venden en el país.
Te puede interesar: 3 razones para conducir un eléctrico