Un híbrido enchufable, también llamado Plug-in o, directamente, PHEV, combina, como mínimo, dos motores: uno de combustión y otro eléctrico. Uno medido en CV y otro, en kW. Y siempre, cuando observamos la potencia total del vehículo, no se corresponde con la suma de ambas cifras.
¿Esto a qué se debe? A que ambos motores jamás entregan su potencia al 100% al mismo tiempo. Más que nada, porque su naturaleza es diferente, así como su misión. En el caso de los híbridos enchufables, los motores se complementan: en ciudad, el motor eléctrico trabaja mucho en detrimento del motor de combustión. Así reduce sus emisiones y consumos.
Mientras tanto, en autovía, es el motor de combustión el que ejerce casi toda la responsabilidad en un híbrido enchufable… Porque el motor eléctrico no tiene una autonomía demasiado alta como para funcionar de forma independiente durante un tramo largo.
Pongamos un ejemplo: el Audi A3 e-tron. Este híbrido enchufable tiene 150 CV de potencia obtenidos de su motor de combustión, 75 kW procedentes del propulsor eléctrico (a la equivalencia, 100 CV), pero la cifra que homologa el compacto alemán es de 205 CV. En este caso, esa potencia es la máxima que el coche puede desarrollar uniendo sus dos motores.
¿Cómo han sacado esa cifra? En los bancos de prueba para homologar el coche. Ahí es cuando los ‘testers’ comprueban en qué medida ambos motores trabajan juntos y cual es la potencia máxima que puede sumar la combinación de ambos.