El BMW i3 es un coche diferente. Un coche que, como ya os contamos, lo amas o lo odias. No hay término medio. Y eso significa que la marca alemana, que lanzó este coche en 2013, no haya temido mantenerse fuera de la línea del convencionalismo. Porque quien no arriesga, no gana. Y eso ha llevado al éxito a este BMW: cada año, supera sus ventas.
Quizá tenga que ver su nueva batería que le permite recorrer, en teoría, 310 kilómetros (luego veréis que en la práctica son menos) y su sencillez a la hora de conducir. Esto sumado a unos acabados ecológicos y una tecnología que la marca alemana se ha preocupado de mantener actualizada. ¡Vamos con la prueba!
Aspecto exterior
Durante la prueba, decidimos parar en un centro comercial para cargar el coche durante un rato. Y casualmente, encontramos un BMW i3 matriculado a mediados de 2016. Más de tres años después, observamos que con unos ligerísimos cambios, el eléctrico de la firma alemana se mantiene joven y actualizado, sin necesitar cambios excesivamente radicales.
El BMW i3 cuenta con nuevos faros BMW Adaptive LED. Pero esto es simplemente un salto tecnológico. La forma del faro permanece casi inalterada respecto a la versión anterior. Y esto es un acierto, ya que este sistema de iluminación tiene una gran calidad y mejora lo anterior. Los antinieblas frontales ya no son redondos, sino alargados. Un cambio meramente estético y ligero, pero que moderniza enormemente el diseño de este coche.
Donde si es más convencional este BMW i3 es en sus llantas. Aunque siguen intentando mejorar la autonomía, ahora parecen unas llantas convencionales, con la parte aerodinámica en negro piano que de lejos no se aprecia. Estas le dan un aspecto más premium del que tenía antes.
Por lo demás, pocos cambios. El coche sigue siendo una rareza. Una bella rareza. Reconozco que a mi me gusta, pero tras consultar a varias personas sobre el diseño, hay gente que no opina de la misma manera. Y ahí, como decíamos en la introducción, radica su éxito: es capaz de lograr fieles amantes de su estética. Y sobre todo, gente que quiera sentirse diferente y ser el conductor más especial de la carretera.
Aspecto interior
Pasar al interior del BMW i3 es toda una experiencia. Primero, por su sistema de apertura de puertas: las delanteras son puertas normales, pero la ausencia del pilar B hacen que vayan ancladas a las traseras, que se abren al estilo suicida. Esto estéticamente es espectacular y volvemos a lo mismo: consigue que el BMW i3 sea un coche diferente al resto.
Eso sí, en algunos casos, no son muy funcionales. Primero porque es un coche cinco puertas, pero los de atrás no pueden bajarse sin que se abran las puertas delanteras. Vamos, que en la práctica, es como si fuese un tres puertas. Y en caso de aparcar en un sitio estrecho, salir de este BMW i3 es una auténtica odisea. ¿Estético? Mucho. ¿Práctico? En ocasiones, no demasiado.
Desde dentro, la ergonomía de estas es perfecta para personas altas. El tirador de la puerta o los botones para abrir las ventanillas quedan muy a mano. Pero para las personas más bajitas de la redacción que se han subido a este BMW i3, no resulta tan cómodo al necesitar conducir con el asiento más pegado al volante. A ellos no les ha gustado nada este aspecto.
Eso sí, sentarse en él es una auténtica experiencia. Su largo salpicadero refleja mucha luz al interior, lo que hace que el habitáculo de este BMW i3 sea muy luminoso y agradable. Esto ofrece, además, una sensación de mayor habitabilidad. Y sus pantallas tienen una calidad de imagen genial, sin apenas reflejos que impidan una visibilidad perfecta.
En la unidad de pruebas, el salpicadero está adornado con madera sin tratar de eucalipto. El primer detalle ECO. Y la primera muestra de que BMW no solo ha querido hacer un coche sostenible bajo el capó, también en sus detalles decorativos. A esto hay que sumar un espacio correcto para portar objetos: en las puertas, en la hendidura del centro del salpicadero y en el hueco que hay entre los asientos delanteros: al no tener caja de cambios, ahí queda un espacio que BMW ha aprovechado para colocar una goma que sujete objetos.
Otro detalle que me gusta a nivel de seguridad vial: el cargador por inducción está en el apoyabrazos central. ¿Por qué es esto positivo? Porque si cargas el móvil, este no está a mano para que caigas en la tentación de usarlo en un atasco. Un detalle quizá tonto, pero que yo valoro como un detalle de calidad por parte de BMW.
Los asientos son cómodos y se adaptan bien a la espalda. Estéticamente son atractivos, gracias, en parte, al azul eléctrico que está por todo el coche, como en los cinturones de seguridad. Los materiales en general del coche tienen un tacto excelente, así como el volante y la botonera para el infoentretenimiento, fácilmente manejable tras unos pocos minutos de adaptación. Muy intuitivo.
Motor y autonomía del BMW i3
El motor de este BMW i3 busca ofrecer confort y diversión a partes iguales. Con un par motor de 250 Nm instantáneo, tienes asegurada la pole en cualquier semáforo. Y por supuesto, ganar unas décimas de segundo en caso de necesitar hacer una aceleración para evitar un peligro.
Su potencia sobre el papel se siente al volante. Es un coche potente, que empuja sin parar hasta velocidades legales incluso con los modos más ECO activados, de los que hablaremos después.
Lo cierto es que la aceleración de este coche, pese a su potencia, es muy progresiva. Esto es algo destacable porque respeta ese equilibrio confort-diversión antes mencionado: te pega al asiento, pero no da la sensación de poder perder el control o de que las ruedas resbalen. ¡Viva la electrónica en este caso!
El selector de marcha y el botón de arranque están a la derecha, tras el volante. Hay quien me dice que se han pasado de modernos y pierde la funcionalidad de la clásica palanca. Pero para mí, es un guiño a los coches del pasado, con el selector tras el volante en una palanca. Esto puede gustar o no. A mí, sinceramente, sí me resulta agradable. Por lo dicho ya varias veces: ser un coche diferente.
Y el crecimiento de su batería es notable. La primera versión de 60 Ah aumentó hasta los 90 Ah y ahora, en esta última actualización, tiene 120 Ah. Esto se supone en 42,2 kWh de capacidad, con los que se puede hacer unos 280 kilómetros en zonas urbanas con el modo más ECO activado y siendo prudentes con el acelerador. Esto permite que, por ejemplo, uno pueda ir y volver a la oficina durante una semana (y luego acudir a tus citas y compromisos al salir) sin necesitar enchufar el coche.
En este aspecto, el llamado ‘range-anxiety’ no existe. O al menos, se reduce bastante en tramos urbanos. Porque además, el display digital que se ubica donde clásicamente estaban los relojes, ofrece mucha tranquilidad, ya que enseña al detalle la autonomía restante en función del modo de conducción elegido. Esto es común, lo sé. Pero no es tan común que la autonomía varíe en función de si activamos o no el climatizador u otros ‘extras’ relacionados con el confort en la cabina. Da sensación de tener el control todo el tiempo.
Por otro lado, a la hora de hablar de retención, esta tiene un único modo. La retención es regulable con el acelerador: al ‘ahuecar’ del todo, esta es bastante fuerte, algo que se puede paliar pisando el pedal levemente. Seguirá descendiendo la velocidad, se mantendrá recaudando kilovatios, pero de forma menos acusada. Eso sí, la retención no es total: al contrario que, por ejemplo, el ‘e-Pedal’ de Nissan, la retención va bajando la velocidad hasta parar casi por completo el coche, pero no lo detiene. Es necesario pisar el freno.
Comportamiento del BMW i3
El BMW i3 es un animal de ciudad. Lo primero que aprecias al conducirlo es el gran ángulo de giro con el que cuenta, perfecto para las maniobras más habituales en ciudad. Esto, unido a una dirección directa, lo convierten en un coche tremendamente ágil en la urbe.
Desde que comienzas a coger curvas, se aprecia la ligereza de este coche eléctrico. Es una sensación brutal saber (y apreciar) que su peso es similar a la de un coche de combustión (unos 1.400 kilos). A esto hay que unirle la ubicación de sus baterías bajo el piso del vehículo, lo que le convierte en un coche muy aplomado y con un centro de gravedad muy bajo.
Si le sumamos su acertado tarado de suspensión, equilibrado pero con tendencia a la deportividad, resulta un coche muy agradable de conducir. Vamos, que es juguetón, pero no demasiado. Para que resbale detrás, hay que forzar mucho la situación. Su aplomo es sobresaliente y es muy (pero muy) complicado que el control de tracción entre en acción.
Se nota el trabajo en el reparto de pesos de BMW, que ha apostado por ubicar el motor en la parte trasera del vehículo, bajo el maletero. Esto es posible gracias al contenido tamaño de este. En su lugar, delante, hay un pequeño espacio para portar objetos. De hecho, es el lugar ideal para llevar un cable para cargarlo, ya sea para un cargador sin cable o para portar el de emergencia.
Lo más destacable de este coche es la ausencia casi total de ruido y vibraciones. No hablamos, evidentemente, del ausente sonido de un motor de combustión. Hablamos del ruido que se filtra del exterior, casi nulo. Es un coche muy bien aislado en este aspecto. Y en cuanto a vibraciones, casi inexistentes. Lo dicho, un coche muy agradable de conducir.
En cuanto a modos de conducción, cuenta con tres diferentes:
- Comfort: este modo de conducción no prioriza la autonomía. El motor responde con todo lo que tiene, no cuenta con límite de velocidad y los elementos de confort como el climatizador siempre están operativos.
- ECO Pro: este modo de conducción busca aumentar la autonomía sin limitar en exceso al conductor. Es el más equilibrado. El pedal del acelerador actúa de forma menos radical, los elementos de confort buscan ahorrar -el climatizador se apaga al alcanzar la temperatura ideal, por ejemplo- y el coche está limitado a 130 km/h.
- ECO Pro +: este modo de conducción elimina todos los elementos de confort para aumentar la autonomía del vehículo al máximo. Limita el coche a 90 km/h y su comportamiento es más progresivo y menos brusco que en cualquier otra modalidad.
Recarga de energía
Durante una semana, da tiempo a probar los diferentes tipos de carga de este coche. Lo hemos conectado a un enchufe convencional (llamado también Schuko) que se conecta al coche a través de una toma Mennekes. Esto le ofrece 2,4 kW, lo que hace que se cargue al 80% en unas 14 horas y media. Vamos, que si decides comprártelo, opta por un wallbox que le otorgue algo más de potencia si lo que quieres es tenerlo listo en una noche… o enchúfalo cada día que llegues a casa.
Te lo decimos porque en un wallbox con la toma trifásica (CCS Combo 2), ese tiempo se reduce a entre tres y cinco horas, en función de la potencia de este. Los wallbox suelen ofrecer entre 7 y 11 kW.
Por otro lado, el BMW i3 es capaz de recibir una carga en corriente continua (no alterna) de 50 kW como máximo. En este caso, también lo hemos probado y aunque no lo cargamos completamente descargado, estimamos que puede cargarse en un 80% en un tiempo que ronda los 40 minutos.
Comprueba nuestra guía sobre cómo cargar tu coche eléctrico para más información.
Conclusión: el BMW i3 es estético, diferente, divertido y confortable. Nuestra nota es un 8.
Se trata de un coche diferente. Y este tipo de riesgos se agradecen mucho en el mundo del automóvil. El BMW i3 presume de ser un coche único en el mercado y esto puede ser un gran atractivo de compra. Pero como os decimos, tendréis que prescindir a la plaza trasera de en medio y acostumbraros al sistema de puertas que, para nosotros, es muy estético pero a veces poco práctico.
Su precio parte de, aproximadamente, 39.000 euros sin ayudas. Para lo que ofrece, nos resulta un poco caro: al fin y al cabo es un coche urbano que te obliga a prescindir de una plaza y aunque ofrece buena habitabilidad para su tamaño, no deja de ser un coche pequeño.
Eso sí, ahora su precio, con su nueva batería, está más justificado que nunca, ya que permite llegar más lejos. En cuanto a confort y comportamiento, ni un pero. Eso sí, hay cosas a las que te tienes que acostumbrar como es evidente. Sus puertas es uno de esos elementos y su selector de marcha es otro. Pero como os decimos, es el precio a pagar por ser diferentes, especiales y conducir un coche que desde BMW ya califican como un icono para la marca.